viernes, 3 de febrero de 2012

Capítulo IX - Un susto… Algo normal





       No se consideraba una persona metida, no le gustaba saber demasiado de la vida de los demás, bah, eso le gustaba pensar de sí misma, cuando tenía oportunidad chusmeaba bastante.


       Se levantó a eso de las siete de la mañana, su cabello era una maraña espantosa, ya parecía hora de rotar los productos para el cabello, le salían fortunas, le quedaba medio frasco y no sabía si le convenía  ir a la peluquería o comprarse todo a nuevo. Se secó el cabello preocupada, en una de esas se llegaban a conocer y ella estaría con esa paja en la cabeza, maldito alisado...de definitivo no tiene nada pensó y se vistió cuan rápido pudo para ir al trabajo, por suerte hoy entraba más tarde, comió algo a las apuradas , a penas unas galletas y salió como si la expulsasen de su hogar.


       Llegó a las nueve, día normal, su jefa, la amargada de siempre con cara de o** , el gerente evidentemente era un p***do subnormal, sólo quedaba esperar que pasasen las horas, no todo era tan malo, tenía un par de "Casi amigas" en el trabajo. conversaciones superfluas pero algo mejor que vivir queriendo matar gente, igual le resultaba normal no tener demasiado de que hablar a veces, no siempre llevaba el ritmo a las noticias o la moda.






       A media tarde un corte de luz dejó a todos sorprendidos, seguro el maldito sistema se caía también. Siempre lo mismo, nada cambiaba, nada más que con las luces de emergencias salieron del edificio, era de día pero solo las oficinas V.I.P. parecían tener algo de luz natural, salieron a la plaza con las chicas a tomar una gaseosa, jamás les darían el día por un corte de luz.


      Volvió tarde a sus labores, la mayoría había ya reanudado con anterioridad, afortunadamente se acercaba el fin del verano, es como si hubieran puesto la hornalla al mínimo. Preparó sus cosas para el siempre infernal viaje a casa, a la tarde su amor invisible también trabajaba, no solían mandarse nada.






      Al llegar a la casa se topa con un linyera, que olor espantoso, hedía.Pensó en si la tocaba o llegaba a tocar la camisa que tan caro le salió, difícil sacarle tanta mugre y asco de encima, casi se echó al correr al verlo, luego mas tranquila se río para sus adentros de que él le dijera -¡Belleza, con esos candidatos!


     Arribó a su edificio, lo de siempre, el quiosco de al lado y las viejas chusmeando, el portero limpiando sobre limpio, todo normal. Saludó fríamente y subió a su departamento.


     Se preparó algo de tomar mientras encendía la máquina, iniciando Windows con una sonrisa, prendió la tele para que le haga compañía, hoy cenaría de lo que había en la heladera, no pensaba invertir, tenia que comprarse algo de ropa y el presupuesto era ajustado.


     Tomando un sorbo de jugo fresco revisó sus mails y abrió el Facebook, varios mensajes, nada de su chico, normal porque trabajaba, era empresario, se suponía que algo debía hacer.


      De pronto se le ocurre ver el perfil, ¡Agregó a montones de mujeres! Sentía casi ganas de vomitar ¡Que bronca! Inmediatamente tomó su celular y mandó un sms.. -¿Quien son esas minas?- no lo pudo escribir bien de la cólera que le daba ver el perfil. Una más llamativa que otra..


       A los minutos de leer esa declaración de engaño cibernético,  responde él con un mensaje, -Nada, gente del trabajo, otras ni idea de dónde salieron , si querés borro a las que no sé quienes son, las otras las puedo explicar.


       Ella respondió que lo hiciera, era muy celosa a veces y no era bueno tentar los celos..






       Inspecciono pasado un tiempo y vio cambios en el perfil y un mensaje en su muro -Lo hice porque te quiero. Casi muere, estaba feliz, esa noche dormiría bien. Cenó se dio un baño y al salir vio una llamada perdida de él. le contestó con un llamame y se quedaron hablando como media hora de todo y nada, él era un sueño.






        Concluyeron con los deseos de buenas noches y durmió con la almohada abrazada, soñando que fuera él, tal vez ya iba siendo tiempo de programar una cita, que ganas y que miedo a la vez.






                                     Laura L.G.


                                               

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