domingo, 29 de enero de 2012

Capítulo II - El oportunismo y la suerte.




   La rutina es simple, abre su página "Comunidad virtual" o simplemente Facebook, revisa los comentarios (Pocos, casi nulos), observa las diferentes sugerencias y se detiene en los rostros, los va aceptando o negando con movimientos de cabeza acorde a cada elección. Los que están acompañados de un subir y bajar de mentón son imágenes que abren una ilusión o una posibilidad, después de todo para él el amor es un juego, jugar que es tan azar como milagroso encontrar el amor, por eso jugadores de emociones y enamorados suelen parecerse tanto.
   ¿Blanco o negro? Da igual, de todos modos ya no tengo veinte ni peso 67. 
   Uno tiene muchos modos de intentar lograr que los años y las desiluciones no se amontonen y no delaten el desahucio de los días, lo cierto es que nunca fui un adonis, podría decir que me asumo feo, pero me asumo feo porque no hay forma de ocultarlo, hay feos con dignidad y orgullo, algunos con éxito, mi caso es diferente, yo tengo orgullo y mi orgullo no suplanta lo que he perdido de estima. Cuando el orgullo es mucho y la estima es poca, por orgullo se buscan modos de compensar eso.

   Uno primero se quita años, aprende siempre algo nuevo con lo cual impresionar, la cosa es simple, en una relación las sorpresas deben ser constantes, en un levante no. Si uno quiere ganar, asi como te digo, ganar, que llore por uno, que piense y obre a través de los deseos de uno, porque de eso se trata levantar, de que la mengana se sienta sorprendida, se sienta extasiada, que por momentos su juicio se pierda y no sea más que la voluntad de uno. ¿Para qué más? Si uno es el todo del otro y el otro apenas  un objeto más que coleccionar en el podio de los triunfos.

   No sé como llegué al Face, podría decir que soledad, pero la soledad te lleva a un diálogo pero la necesidad de "Levantar" te lleva a volver a ingresar, de todos modos uno no se diferencia del otro con facilidad. Claro está, parte de poder seducir implica jamás decir la verdad -Hola, tengo 42 (Cuando esté totalmente convencida de que soy interesante aceptará mis 48), no, ¡No!, no estoy de levante, me separé hace unos años, ella una bruja, jamás me entendió, sólo trabajaba para sostener sus caprichos (Los hombres no podemos reconocer errores ni engaños, ni que simplemente se cansó de mi indiferencia). ¡Ahhhh! pero la verdad, me asombra ésto que me contás, tenés todas las cualidades que un hombre espera encontrar en una mujer.

   Cierra las páginas, calza sus pantuflas, abre la heladera, unta un poco de mermelada de durazno sobre un pan, no le interesan los carbohidratos, ya hace tiempo que los amigos se metieron en sus vidas y lo exiliaron a ver películas truchas en un televisor de 29 pulgadas. Su orgullo se sostiene de un trabajo, negocio propio, con lo que a veces dice ser "Empresario", más lógico lo suplanta en tono más humilde "Comerciante", las discusiones siempre parten del éxito, éxito que se cuenta en monedas. 
    Sale temprano, vuelve a veces tarde, el malhumor deja alguna herida que sutura con firmeza quirúrgica al sentarte frente a su Notebook. Todos le dicen "Gordo", no es ofensa, es una denominación ante lo evidente. Respira, pareciera entrar en un determinado transe extraño y comienza con la ficción más atrapante de sus últimos años.

   -Te extrañé, tuve una jornada terrible, me hubiera encantado sentirte, aunque el sentir sea dos letras, una palabra entera, algo que me haga referencia a vos. Tenés una sonrisa tan bonita, unos ojos maravillosos, que lindo es que existan seres con tu impronta tan bella.
    Luego piensa, -No voy a pedirle el msn, ni darle demasiados datos, sino va a querer más y su ansiedad me va a ganar la inseguridad.




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